dimecres, 28 d’abril del 2010

La tomba de Melville

"Antes de acostarse, aún miran un rato la televisión. Ven el final de una película americana, donde hay un entierro bajo la lluvia. Muchos paraguas. Reconoce, con una satisfacción enorme, el cementerio de Woodlawn, en el Bronx, donde él estuvo en su segundo y por ahora último viaje a Nueva York. Fue a ese camposanto para ver la tumba de Herman Melville. Lo reconoce por el estilo de las lápidas y porque el sitio le quedó muy grabado en la memoria, y también porque al fondo puede verse la estación de tren elevado en la que descendió para visitar aquel lugar. Aunque ve a Celia muy absorta en la escena del entierro, interviene para decir que él ha pisado aquel cementerio, que lo reconoce por la estación de tren que hay al fondo y que le resulta muy familiar. Celia no sabe qué decirle.
-¿Te impresiona ver un lugar donde yo he estado, o te impresiona más la escena del funeral? - le pregunta con un cierto tono provocador.
Celia elige seguir absorta en la película."
Dublinesca,
de Enrique Vila-Matas